Burlesco
Las placas de linterna mágica con género burlesco se definen por tener en común las siguientes cuatro propiedades específicas -además de las genéricas escénicas-: el registro de sus imágenes se realiza mediante técnicas pictóricas y/o de estampación, el nivel de codificación bajo o representativo de sus imágenes, utilizaron imágenes figurativas naturalistas de origen pictórico y/o producidas mediante técnicas de estampación-, su complejidad escénica media -las placas estaban diseñadas para proyectarse junto a algún tipo de comentario jocoso y/o alguna forma de acompañamiento sonoro-musical- y el empleo de los contenidos culturales de la tradición dramática menor: bailes, números musicales, ilusionismo, declamación, imitación, humorismo, pantomimas, sombras y siluetas o artes circenses como acrobacias, malabarismos o la muestra de rarezas biológicas o de animales entrenados. Entre las placas de linterna mágica con género burlesco abundan aquellas que remiten a acciones que procuran ridiculizar a alguien o algo. Es un concepto ambiguo, abierto a multitud de interpretaciones. En la interacción humana se presenta de dos maneras diferenciadas, como algo divertido o como dañino, por ello, se valen de la parodia y la exageración de rasgos y acciones de los personajes para ridiculizar un tema: glorificando lo socialmente inaceptable o denigrando lo socialmente dignificado. Estas placas remiten a los espectáculos de variedades y se relacionan de forma directa con la tradición del vaudeville americano, del cabaret francés, la pantomima británica o del music hall británico.
Fantasmagoría
Las placas de linterna mágica con género fantasmagórico evocaban la atmósfera misteriosa de las novelas góticas que hicieron furor en las postrimerías del siglo XVIII: las ruinas bañadas por la luz de la luna, los cementerios atravesados por el vuelo de murciélagos o los claustros en los que aparecen novicias en busca de un amante desaparecido. El universo temático de las sesiones fantasmagóricas está poblado de bosques tenebrosos, paisajes sombríos, ruinas medievales y castillos con sus respectivos sótanos, criptas y pasadizos poblados de fantasmas, ruidos nocturnos, cadenas, esqueletos, demonios… Criaturas híbridas y monstruosas que se mezclaban con figuras de la mitología como la cabeza de Medusa o el grifo alado. El ser humano, excepto cuando se trataba de grandes personalidades, solía estar representado por hombres que ejercían de monjes o ermitaños. Y las mujeres eran vírgenes, novicias, religiosas, brujas o pitonisas. Motivos que, con el correr de los años, siguieron siendo del gusto de los espectadores, como lo demuestra la sistemática inclusión de números fantasmagóricos en las veladas de linterna mágica ofrecidas durante todo el siglo XIX.
Fantasmagoría
Las placas de linterna mágica con género fantasmagórico evocaban la atmósfera misteriosa de las novelas góticas que hicieron furor en las postrimerías del siglo XVIII: las ruinas bañadas por la luz de la luna, los cementerios atravesados por el vuelo de murciélagos o los claustros en los que aparecen novicias en busca de un amante desaparecido. El universo temático de las sesiones fantasmagóricas está poblado de bosques tenebrosos, paisajes sombríos, ruinas medievales y castillos con sus respectivos sótanos, criptas y pasadizos poblados de fantasmas, ruidos nocturnos, cadenas, esqueletos, demonios… Criaturas híbridas y monstruosas que se mezclaban con figuras de la mitología como la cabeza de Medusa o el grifo alado. El ser humano, excepto cuando se trataba de grandes personalidades, solía estar representado por hombres que ejercían de monjes o ermitaños. Y las mujeres eran vírgenes, novicias, religiosas, brujas o pitonisas. Motivos que, con el correr de los años, siguieron siendo del gusto de los espectadores, como lo demuestra la sistemática inclusión de números fantasmagóricos en las veladas de linterna mágica ofrecidas durante todo el siglo XIX.
Fantasmagoría
Las placas de linterna mágica con género fantasmagórico evocaban la atmósfera misteriosa de las novelas góticas que hicieron furor en las postrimerías del siglo XVIII: las ruinas bañadas por la luz de la luna, los cementerios atravesados por el vuelo de murciélagos o los claustros en los que aparecen novicias en busca de un amante desaparecido. El universo temático de las sesiones fantasmagóricas está poblado de bosques tenebrosos, paisajes sombríos, ruinas medievales y castillos con sus respectivos sótanos, criptas y pasadizos poblados de fantasmas, ruidos nocturnos, cadenas, esqueletos, demonios… Criaturas híbridas y monstruosas que se mezclaban con figuras de la mitología como la cabeza de Medusa o el grifo alado. El ser humano, excepto cuando se trataba de grandes personalidades, solía estar representado por hombres que ejercían de monjes o ermitaños. Y las mujeres eran vírgenes, novicias, religiosas, brujas o pitonisas. Motivos que, con el correr de los años, siguieron siendo del gusto de los espectadores, como lo demuestra la sistemática inclusión de números fantasmagóricos en las veladas de linterna mágica ofrecidas durante todo el siglo XIX.
Fantasmagoría
Las placas de linterna mágica con género fantasmagórico evocaban la atmósfera misteriosa de las novelas góticas que hicieron furor en las postrimerías del siglo XVIII: las ruinas bañadas por la luz de la luna, los cementerios atravesados por el vuelo de murciélagos o los claustros en los que aparecen novicias en busca de un amante desaparecido. El universo temático de las sesiones fantasmagóricas está poblado de bosques tenebrosos, paisajes sombríos, ruinas medievales y castillos con sus respectivos sótanos, criptas y pasadizos poblados de fantasmas, ruidos nocturnos, cadenas, esqueletos, demonios… Criaturas híbridas y monstruosas que se mezclaban con figuras de la mitología como la cabeza de Medusa o el grifo alado. El ser humano, excepto cuando se trataba de grandes personalidades, solía estar representado por hombres que ejercían de monjes o ermitaños. Y las mujeres eran vírgenes, novicias, religiosas, brujas o pitonisas. Motivos que, con el correr de los años, siguieron siendo del gusto de los espectadores, como lo demuestra la sistemática inclusión de números fantasmagóricos en las veladas de linterna mágica ofrecidas durante todo el siglo XIX.